jueves, diciembre 30, 2010

Holocausto

Me pierdo.

Entro al bar y me pierdo,
y el baño se ve lejano
y no hay escape que vea lúcido
ni cerca de la mesa.

¿Cómo llegué aquí?

Un imán que me llama a borrar
aquello que ha de suceder
y que no hace más
que tildar más aún
aquello que aquejo.

Y pueden ser penas de amor.
No lo sé,
si esto es amor
o fue amor
o que es el amor.

Como se dice, puede
resultar más fácil
ser un frío ser pasional
que un sensible sentimental.

O tal vez llegué aquí
y tengo todo
malinterpretado.

Sigo sin saber como salir.

¿Y qué diferencia hay?

Ya no quiero ver la puerta.

Es mi intento de holocausto
sentimental.

Y mientras intento ahogar
aquello que aquejo deja de aquejar.

Ya es tarde,
le ganó a mis propias ganas.

Y lento se ahogan
y pasan más y más
intentos de sobrescribir
las hojas manchadas,
y en días como hoy
no hay día.

Me encuentro.

Y estoy tirado al Sol,
secando el líquido
que de poco y nada me sirvió.

Le ganó a mis propias ganas.

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