Maldigo tu presencia acá, en alturas
donde guardaba espacio a copas
y placeres indomables y culpables
o fantasiosos animales o humanoides
en frondosos bosques y buques inexplorados.
Todos ellos se sienten violados,
traspasados en su intimidad
más íntima y privada más que mi propia
realidad onírica y debajo de mi almohada,
donde todo y nada ocurre.
Y llegas acá, a gobernar sin más
y sin avisar, abriendo puertas,
golpeando guardias y asustando
a los más salvajes y rabiosos
animales de mi infierno celestial.
Y llegas ahí, donde nunca nadie llegó
a seguir gobernando...
y este país
nunca estuvo mejor.
Me gustas así, como cruel
Dictadora en mis sueños.
La más dulce Dictadora.
La más bella Dictadora.
La más ideal Dictadura.
Así da gusto ser gobernado.
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