martes, septiembre 30, 2014

enjoy

Cuando sube la marea
y estamos desparramados
no pescamos,
nos quedamos ahí y esperamos que ya sea demasiado peligroso.

Y nos dio frío en un lapsus,
en una bocanada aleatoria,
un golpe de sal a la yugular.

Y el mar nos dejó aturdidos.

Nos sentamos en las tablas
al borde del paseo peatonal,
conversamos acerca de si había salsa de tomates
para volver a la casa
y comer, bien tarde
poniendo una radio al azar
(pero no tan al azar).

Pasaron semanas,
y por más que nos bañamos
todos los días
la arena y la sal no se iban,
la espuma en el pelo,
se siente
pero no es incómodo,
es más bien una sensación
agradable.

Y un abrazo por la espalda,
no sé si podría existir algo mejor.



Ah, sí... en la radio suena
'Enjoy the Silence'.


Y una sonrisa cómplice.

Una taza de té se enfría,
una mano tibia no logra cumplir
las expectativas,
nadie sabe quién
normó esas expectativas.

Una taza de té, helada;
una mano fría que logra cumplir
su camuflaje con el fondo
congelado, al borde del hielo,
un trozo de carne cualquiera.

Una taza de té hirviendo,
cayéndose en la mano helada.

Una taza de té ignorada
en medio de un mar de gente.

Una taza de té sin té.