martes, diciembre 29, 2015

Casandra

Siento mucho tener que darme la razón
en este momento.




Ahora bien,
no puedo culpar a nadie.

Fue tarde más que temprano,
pero de todas maneras
pareció ser una profecía autocumplida.




Siento mucho tener que darme la razón
porque en realidad no lo quería,

tener la razón
es como tener
el Síndrome de Casandra.

No.
No quería tener la razón.
Dame una con esta.


Porque no puedo empatizar conmigo mismo.
Siquiera me doy espacio para llorar,

o el llorar no quiere humillarse conmigo.

Puede que sea vergonzoso para el verbo
venir a parar acá.

jueves, octubre 22, 2015

No tenía nada que decir.

Hey,
si te estoy llamando puede que sea un error

¿no puedo acaso tardarme en aceptarlo?
puede que sea un error.

4 tonos de marcado.

5.

6

quiero colgar,
miro fijamente si es que el contador de minutos
se ha iniciado

ayer no más compre una bolsa de minutos
son como 120, así que no tengo excusa.

25.

Si cuelgo ahora pasaría piola

"llamada finalizada".

¿Y por qué chucha no me contesta?
Me habré equivocado de número...

no, era ese.

Si llamo de nuevo se verá raro
(¿no es ya lo suficientemente raro?)



No me ha llamado de vuelta

pero si siempre tuvo plan...
que se vayan a la chucha todos,
yo sabía que era un error.

De todas maneras, no tenía nada que decir.

lunes, abril 06, 2015

La ventana abierta

Es impresionante
la cantidad de cosas que pasan cuando dejo
la ventana abierta, de irresponsable,
de flojo, de olvidadizo
o por cómodo,
con frío igual

justo hoy hace frío,
no sé a quién culpar,
porque tiene que haber un culpable.

Pero en ese proceso insano de estar encerrado y querer estarlo
un pequeño aire limpio
vulnera toda mi seguridad.

Ya no escondo las ganas
de querer seguir estando solo,
y esa ventana abierta
lanza una pequeña duda al mundo

una reseña
de que a pesar de todo,
textualmente
la hueá sigue abierta.

Y no es una conclusión brillante,
mas sí preocupante.

y había neblina

le pedí un silencio sostenido
en alguna plataforma en la cual
confiaba plenamente (en su existencia),
y duró toda la vida

y nos acompañó hasta el día
donde todo murió,
íbamos de la mano
y había neblina,
mucha neblina;
como un cliché

¿te acuerdas?

Y toda la vida en realidad
era una expectativa bastante baja,
en realidad
porque nos sabíamos seres
por extinguirse.

Y claro que eso fue lo que pasó.

Nunca nos mentimos,
porque nunca mencionamos
siquiera nuestros nombres,
tampoco quisimos adivinarlos
ni había comodidad.

Después me pregunté
cuantas muertes seguidas llevaba
y cuántas veces abusamos
de lo mismo,
pero el silencio seguía

y ese pequeño quiebre
evaporó el agua bajo esa capa frágil
que la cubría,
cuando la palabra hizo huir
hasta ese último atisbo de animal salvaje

y es que en realidad nunca
quisimos mostrar lo mismo.