martes, enero 25, 2011

No me gustan las rejas

No me gustan las rejas,
no me gustan las murallas
de ladrillos, ni de cemento.
Atenta contra nuestra propia identidad,
nos vuelve egoísta
y encierra en la más absoluta
y confortable soledad.

Y se masturban todos con la soledad.

La inseguridad reina,
la violencia abunda en los medio
y vemos todos los mismos medios.

La privacidad empezó a ser necesaria
cuando empezamos a invadirla
y cuando dejamos que eso pasara,
no respetamos a nadie,
no imponemos respeto...

No me gustan las rejas,
pero estando todos con pulgas
son necesarias.

domingo, enero 16, 2011

Casino

En la sombra del árbol marchito
jugábamos a las promesas.
Estoy seguro que nunca
aprendiste bien el juego.
Tragaban monedas,
y el vicio nos llevaba a dormir
o eso creo, porque yo tenía los ojos cerrados
y no te veía a ti,
aunque te imaginaba sintiendo lo mismo.

Decías que apostabas,
mas sin vales gratuitos
no jugabas,
para no perder de tu dinero.

Rimas y mimos

Rimas y mimos al jardín
del billete florecido.

Rimas y mimos, rimas y mimos.

Todos reían y eran
los mejores artistas de su nación.

Pagaban buen sueldo,
así cualquiera aprende.

Travesías

Encontraba desvíos cada cierta cantidad de metros,
marcaba el intermitente hacia el lado
y una mano giraba sin embargo la rueda al lado contrario.

Muchos años manejaba con la misma persona de copiloto.

Su sueño era conocer.
Su sueño era interpretar todo aquello que conocería,
impregnar en la sangre de él y de ella
aquello que apropiarían para sus eternos recuerdos.

Muchos años manejaba con la misma persona de copiloto.



Tuvo un accidente.
Ella se salvó, él accidentado y preocupado por ella yacía desmayado en el pavimento.
Ella llevaba cinturón, él también.

Hay cosas inexplicables.

Hay cosas que ella calló.

miércoles, enero 05, 2011

Acople

La guitarra yace en su lecho de muerte,
luego de ser desconectada
de su respirador artificial, tras golpear
de frente la cara de Dios.

¿De dónde sacamos los acordes
que mataron todo esto que conocíamos?

Maldito sea aquél que nos interprete
en la lejanía de la prepotencia y la soledad
que nos acompaña desde que nacimos
al ciclo de la divina mortalidad
en este planeta extraño lleno de morbo.

¿De dónde sacamos los acordes
que mataron todo eso que conocimos?

No sé si es bueno o malo.
No sé si soy o no.
No sé si fui yo o no.

Pero a pesar de todo,
da satisfacción eliminar las plagas
que roían nuestra madera,
el tablón que guió nuestro naufragio
en días en que aún no comprábamos
boletos al concierto de la banda sonora
de nuestras desgracias compartidas.

¿De dónde sacaron esos acordes
que mataron todo lo que conocía?

Tal vez fue muy agudo el sonido
del tomo de la revista golpeando
las cabezas de los compañeros que erraban
los pasos en los días de cordura emocional.

Entre putas y cuadernos usados
y manos rotas por vidrios rotos
de algún licor que compramos
mientras vivíamos naufragados aún,
aunque no sé a quién mierda le compramos,
nos incendiamos en una habitación
sin puerta ni salida evidente,
más que la propia imaginación
embriagada del momento.

¿De dónde vienen los acordes
que rellenan la pieza de esta cosa abstracta?

No hay pentagramas,
no aprendimos a leer bien tampoco.

Nunca quisimos ser intelectuales
tocando en teatros, aunque a veces
fingía quererlo.

Y no hay más figuras que las mismas
mujeres que siempre imagino,
sin más resultados que seguir embriagado
en cosechas a pleno sol.
El televisor aún está encendido,
con pantalla estática en el canal
donde veíamos las noticias de nuestra defunción.

Fue una gran fiesta.

¿De dónde sacas esos acordes
que muestras para perjudicarme?

Era todo barato, nunca fui exitoso,
no tuve dinero ni amor ni nada.
Sólo un poco de intoxicación
serviría algunas veces para rellenar
los vacíos que dejabas cuando cerrabas la ventana,
y no podía respirar.

Seguro querías que cumpliera
antes la condena que me impuse.