jueves, diciembre 19, 2013

Oh radiante espuma

¡Oh! Radiante, espuma de cerveza,
recorres mi cara,
suciedad que te enriqueces
a cada centímetro:
hoy te permito arruinarme.

Mientras todos ríen
adentro se ahoga la parte
más sincera de todas:
la más mierda actitud.

Bendice a todos,
tus discípulos postrados ante ti,
tus múltiples formatos,
tus infinitos sabores,
tus múltiples infinitos.

Luna

Mueves a nuestras piernas,
nos obligas a contemplarte
y no nos quejamos.

Poderosa,
como un punto final,
nos dominas de principio a fin.
Podemos buscar bajo tuyo,
si no te cubren
buscamos toda la noche
si es necesario.

Abrigas la nada misma,
pero generas una calidez increíble.

En tu regazo
nos ha costado conquistarte,
te ves tan simple,
te ríes de nosotros.

lunes, diciembre 16, 2013

Estelas

La estela de ese mensaje
tiene sabores increíbles,
se acaricia con el suelo
muchas veces y muy fuerte,
entonces aparecen
unos olores, de esos que asesinan,
que te cautivan
hasta el punto en que...

caída, caídas libres
por un sin fin de cuentos infantiles,
algunas células muertas
de esas paredes ultrasuaves.

Todo es demasiado suave.

Todo es demasiado aterrador.

Todo es demasiado tierno.

No se sabe cuál
fue el verdadero sabor
de esa muerte:
la azúcar infinita
o el amargo aflorante.

los pulmones, 3

Hoy nos prometieron
que habría comienzo.

Nos citaron temprano,
ya no recuerdo donde alojamos,
creo que ni alojamos,
tuvimos una especie de trance,
pero fue divertido.
No podíamos imaginar
algo más allá de lo que
ya habíamos visto, era demasiado.
Bastante.

No hay jefe acá,
al menos eso noto,
hay desorden,
pero se avanza.
Las células se amontonan,
no forman nada aún,
pareciera ser que les faltan.

Nos miran,
podemos servir,
dijimos claro que sí
que sería un honor,
nos preguntaron si estábamos seguros,
que no era un universo paralelo,
que ya no estaríamos en ninguna parte.
Dennos el favor de despedirse
de todo lo que alguna vez
fue nuestro
y nada más.

Entonces sonrieron,
o eso supusimos,
no tenían formas definidas.




Colores vírgenes,
los ojos se hacen pequeños
ante tales dimensiones.

Siempre nacen nuevos universos,
son empollados en las ideas ridículas,
se alinean a la cuadrícula,
son infantiles.

Prometen romper las barreras
de sus vecinos.

Nubes rojizas y su polvo estelar,
agujeros agrupados hambrientos,
cráteres juveniles,
géisers con mil colores,
gases con olores cautivantes...
el primer acorde fue uno mayor,
alegre y poderoso
todo el proceso continuó con rapidez,
la luz ya quedó corta,
el sonido es el reinante.

Al día siguiente las estrellas
fueron las ninfas,
las lunas se presentaban
como las odaliscas protectoras,
y todo fue armonía.



Somos parte de todo.
No supimos como definir
en lo que nos convertimos...
preferimos decir
que fuimos
todo lo que nos imaginamos,
y no es poco.

la ficción, 2

Acá estamos,
en un nuevo punto,
algún lugar de ese universo.

Nada aparece todavía,
hay un caos astral,
todos corren,
todos chocan,
todos tienen colores increíbles,
no los puedo definir.

Casi no hay formas definidas,
las estatuas no se han forjado
y dudo que lo hagan algún día.

Las células del origen
están atrasadas,
hoy no habrá comienzo.

Tal vez mañana.

pulmones de la ficción

Invisible ataca un universo
desconocido aún,
no sé cuán perfecto es,
permitámonos dudar
un par de segundos.

Universo,
viajes imposibles,
pulmones de la ficción,
ya no sabremos
qué tan real fuimos.

Si alguna vez
nos absorbemos a la par,
hazme el favor
de reiniciar el sistema
a penas entremos a la eternidad.

jueves, diciembre 12, 2013

La sacá de chucha

Cerámicas bien puestas,
bien resbalosas,
hoy el cielo está gris,
no dejen que lo contemple
después de caerme.

Así, de espaldas,
el cielo está gris.

Me gustan las nubes,
pero hoy es triste,
había decidido ir a la playa
y disfrutar como un normal.

De espaldas,
el piso está helado,
más encima,
y no hay escapatoria,
porque los ojos se cierran
de una.

Y no se abren.

Las canciones tristes

El Carlos nunca le dijo que no sabía hacer círculos de humo, que era un fumador promedio, que prefería fumar 20 cigarros baratos y malos que 20 de los buenos, marqueros y caros (bien caros). En realidad era una de las muchas cosas que no le había dicho.
De hecho, no se habían dado cuenta, pero no le había dicho casi nada.
El Manuel siempre salía tarde, de todas partes, aunque no lo quisiera. Siempre había una marcha de vacas bajando por la calle cuando, por esos milagros astrales, salía temprano de casa, incluso habiendo desayunado. Solía contar todo, y muchas veces eso generaba largos silencios en sus salidas de jóvenes solteros, sobre todo cuando el reproductor aleatorio azotaba con esas canciones que uno prometió escuchar algún día y que simplemente olvidó borrar y que obviamente no escuchó.
Realmente sabían que apestaban en el momento de la verdad: la conquista. Su ejército no se actualizaba hace años, olvidaron estar en el siglo XXI, olvidaron preguntarle a alguien para sacarle real provecho a las redes sociales. Sólo tenían un auto, un Hyundai Accent usado del 2004. Originalmente querían un escarabajo, o una kombi para tener onda, una buena imagen social y poca funcionalidad, quedar varados cada 25 kilómetros y ese tipo de cosas. Pero no lo tenían.
Ellos hablaban mientras ellas se mandaban mensajes o revisaban algo, cualquier cosa, fingían reírse... exasperantes. Pero no comprendían eso, cada uno dejaba de lado su dignidad y gran parte de lo que eran para no estar solos. Se hacían compañía, cada uno en su departamento arrendado, en pleno centro viñamarino. Se hacían compañía, cada uno, pero deseaban no seguir viviendo juntos. No se llevaban mal, no peleaban, el departamento no era un desastre, pero esperaban el éxito, de la forma en que se presentara y no compartirlo entre sí.
La historia continúa llana hasta que uno de los dos tuvo un desliz emocional con una compañera. Ella no estaba ni ahí, él se enganchó, obviamente. Luego del segundo beso (aquel que confirmaba que no se lo imaginaba ni que era fruto del paragua que se acababa de terminar) ya le quedó una ensalada interminable de emociones. Probablemente si hubiera tenido en su mano un anillo, cualquiera que sea, cualquiera el modelo, se lo hubiera entregado como símbolo de un compromiso. Y es más, probablemente no se habría separado ni divorciado nunca, por muchas cosas que pasaran (y ojo, que podían pasar muchas cosas, de hecho ni siquiera era el primer hombre en ser besado esa noche).
Luego de varias semanas de rechazos y de irracionalidad masculina, empezó a hacer jueguitos con los cigarros que, por fin, eran de su propio bolsillo. El Manuel estaba listo para ser la sensación de los carretes de compañeros. Sólo faltaba aprender a cantar bien y hacer círculos de humo.
Ya sabía tocar guitarra, el canto era lo de menos, total, entre embriagarse y la bulla acumulada de todo y todos cantar bien o cantar mal no era el dilema.
Carlos le iba a enseñar a hacer círculos de humo, eso suponía, eso esperaba. Y claro, ninguno en realidad sabía, Carlos seguía siendo un pésimo conquistador y Manuel no se daba cuenta que su compañera dejó de considerarlo como una opción desde el momento en que Manuel pensaba que podía ser una opción. Ese aburrido día donde darse cuenta no es tan divertido o dramático como se esperaba.
No hubo golpes, ni siquiera gritos.
La única diferencia es que ahora habían más canciones tristes en el reproductor.

viernes, diciembre 06, 2013

un pequeño momento

Hoy decidí regalarte
un pequeño momento
para que seamos felices.

Yo lo llamo
'toda la vida'.


Y más.

nacimiento (sorpresa)

Cadena de promesas,
un eventual interés,
una vuelta de carnero,
una revista Cosmopolitan,
los test mientras estás en el baño.

En un segundo algo se rompe,
luego todo se rompe.

Que nazca y rompa bolsas
sin avisar, un hijo cualquiera,
humanoide,
reptiliano,
angelito,
cualquiera.

Que nos dé miedo,
para que no hagamos nada
y todo a la vez.

Que nos controle a todos,
que los profetas de la tele
nos dejen de huevear.

Que construya pirámides
en Chile,
y que recuerde que deben ser antisísmicas.

Que nos azote
en el piso
y que nos guste.

Que experimente con nosotros
y sus partes más ocultas,
atrás de toda esa parafernalia.

Da lo mismo quién nos mande,
lo haremos igual,
al menos ahora tendrá más sentido.

Mucho más sentido
que la democracia.

Un temblor cualquiera

Caminaba y ya todo se movía,
de momentos no era yo el que temblaba,
el piso se caía,
la gente lloraba
corría desesperada,
el resto estaba en shock.

De momentos no era yo el que temblaba.

Recordé una melodía a la inversa,
noventera, bien cabeceada,
bien rockera,
caminaba hacia el lado opuesto del tráfico de la gente,
seguían corriendo,
de momentos no era yo el que temblaba.

Repasé las canciones que tocamos,
y las que no tocamos
y deberíamos haber tocado,
nadie nos escuchaba,
nadie nos recuerda,
pero desgastarnos arriba de las tablas
habría sido memorable.

De momentos no soy el que tiembla,
la tierra sigue escupiendo
a toda esa gente,
y siguen corriendo.

Ya no me causa gracia,
la gente se acostumbró a la ficción de los gringos,
todos corren,
todos son extras predecibles:
correr y caer.

De momentos todo tiembla,
menos yo.

De los balcones veo a gente
intentando volar,
logrando su vuelo más corto
el último, magnífico,
era perfecto;
yo estoy al frente, saboreo un cigarro
que nunca tuvo sabor,
hago como que no me ahogo,
sonrío despreciando
todo lo que ya había hecho,
al menos una vez.

De momentos vuelve la calma.

En los minutos que duró la tempestad,
no me dediqué a contar los restos
ni los fallecidos
ni los saqueos,
pero sí fue la oportunidad
de mirar, otra vez,
desde una posición vertical.

Ahora soy yo el que tiembla otra vez,
el mundo se me da vuelta otra vez,
30 o 45 grados hacia la izquierda otra vez.