miércoles, julio 13, 2011

Final 3

Te encontré en la oscuridad,
ya sin luz;
llegaste a plantar, a limpiar un viejo jardín,
a mover el tubo fluorescente
para que dejara de meter ruido
y encendiera de una vez...
fuiste el veneno para las ratas
en la cocina donde guardaba
el queso de mi abuela
(ese que tanto protegí,
ese que tanto esperé).

A ti te hablo.

A ti que te conocí,
tal vez con la misma inocencia de siempre
de creer que tú serías el final feliz
de un libro de mierda,
sin saber que terminarías siendo eso.

A ti que te hablé
sin la menor intención de ser feliz
hablándote por
días,
meses
y años
después de eso.

A ti que te miro
y no dejo de verte
el resto de mi vida.

Porque es una muralla golpeada,
con varios terremotos (con y sin alcohol),
con réplicas y desastres múltiples,
pero que no deja de sostener
una mirada a un horizonte,
aquel que te vio por última vez.
Tal vez ayer, tal vez recién,
tal vez el año pasado,
tal vez hace un segundo...
una muralla que espera
porque sabe que finalmente vendrás,
a pesar de tener experiencia
de ya haber sido abandonada un par de veces,
sabe que tú vendrás.

Porque es una muralla que te busca,
que con sólo recordarte
pone ella misma
una viga soteniéndose
con una foto tuya en su extremo.

Que por ti resisto,
que por mí te recuerdo.

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