miércoles, julio 20, 2011

El placer que hizo culpable lo indebido

Parezco amarrado a todo tu cuerpo,
a tu alma, a tu instinto,
a tus problemas y dudas,
a tu compleja sencillez,
a tu ternura negada,
a tu ternura explícita,
a tus temores,
a la luz que atraviesa la muralla
que divide lo real de lo divino.

Me interpongo entre el sentido común
y mi propia dominación,
no existe lo obvio si hablamos de los dos;
en una extraña relación
donde somos todo y somos nada,
conscientes que tenemos que limitarnos.

Y no olvido el placer
que hizo culpable lo indebido.

Momentos y conceptos,
dulces, sal
y limón quizás.

Sigo amarrado a ti,
soy libertario y me refugio como un niño,
en una niña que hace todo, todo y sobre todo
recordarme que existo y que existía.

Y no olvido el placer
que hizo culpable lo indebido.

No prometo nada más que no dejarte.
Y lo prometo de nuevo,
sin tener ni contratos,
ni amarras legales ni ilegales,
sigo sintiéndome apegado, amarrado, abrazado...
de alguna manera, sin pedir nada
ni esperar nada, porque no dejas espacio
a decepción ni depresión absurda
y sabes que eso me agrada,

no dejes de hacer lo que sea
que haces que me hace sentir bien.

No hay comentarios:

Publicar un comentario