Salvavidas en medio de la nada,
así te denomino;
tierra firme luego de un naufragio,
así eres.
Borracho y alejado de la nave
que alguna vez tomé,
caí solo, entre tanta estupidez,
fue culpa mía el no renunciar,
nadie me obligaba a seguir.
Donde empezar,
en estrellas de gas
donde no puedo pisar,
en oxígeno limitado y ansias interminables
no puedo seguir.
Mi empresa, mi auspiciador
ya no confía en mí, ya no soy rentable
y aunque nunca fui partidario
de esas políticas de capital,
caí tontamente, de nuevo.
Soy una víctima, soy mi víctima;
no hay más culpa que la mía,
soy consciente de eso.
Y entonces cuando hundido,
resignado sin saber nadar sabiendo nadar,
olvidando mis recuerdos
a 10 imágenes por minuto
es que te encuentro,
sin buscarte te encuentro;
así es más placentero.
Fue sin dudarlo que te quise conocer,
cuando ya no quería conocer,
y las excepciones son más dulces.
Y tú eres más dulce,
más completa y única en su especie,
alguien que me quiere,
alguien que tengo.
En estas estaciones de ternura apagada,
es que la rutina enciende
su lado más oculto,
pegada al sentimiento
es que le encantas y se encanta
aferrada a su cultura,
aferrada a tu confianza,
se deja caer buscando que la atajes...
es una tarea difícil,
pero ya la retuviste,
quizás sin pensarlo,
quizás sin quererlo,
pero ya no muere sin sentido.
Y tu eres más dulce,
y ya no me da alergia
el pensar que quiero querer
tanto o más de lo que he querido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario