martes, febrero 22, 2011

Plaza de armas

Quiero ir a la plaza
y comprar un helado en compañía,
aunque sé que cuestan caros
es una tradición,
lavarme las manos en la pileta
llena de suciedad, de otras manos,
comprar una pulsera,
discutir religiones,
ignorar estatuas ralladas
y en cualquier antro una cerveza,
son muchas las personas para compartir aquí.
Ver la cartelera del teatro,
envidiar a los enamorados,
reírme de la gente apurada con corbata,
decir que no tengo monedas, irme al infierno,
mirar de reojo el capital
en la puerta de la iglesia,
cotizar los remedios,
elegir algún banco,
robarlos todos; aquí son todos falsos.
En una banca iniciar un desquite,
en un árbol ser como todos
y escribirle otro par de nombres
sin recordar que ellos son más eternos
que un simple humano
que no sabe ni lo que es.
Cuando me amenazan, paralizan la billetera
y la retiran del bolsillo...
hay que entender, es un trabajo
muy respetado aquí.
La cámara se ríe de mí,
pienso que me observa
pero están todos durmiendo,
mejor vuelvo a lo mío
que dejé en la banca expectante,
me hace sentir importante
en esta pequeña ciudad.

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