Hoy mientras recorría
mi casa con la mirada
encontré miles de cosas
que nunca vi.
Casi ninguna sirve, claro está,
pero es bonito
saber que tuve
todo lo que alguna vez
tuve que comprar
porque pensaba que no había
por la chucha.
Las murallas estaban
más cochinas.
El balcón está
inutilizable, no veo nada.
Los adornos navideños
están colgados
desde hace dos años.
No es una navidad eterna,
no hay plata pa' los regalos.
Reaccioné tarde,
casi espantado,
que vivía en una verdadera
anarquía de objetos innecesarios
y electrodomésticos varios,
y que peor aún,
ellos estaban más organizados que yo.
El tostador me miró
y me dijo
loco, si no te bañai tú
entonces qué me queda pa mí.
Corrí al calefont, lo prendí
espantado y tomé una ducha
de tres horas.
Ni pensamientos
tengo sucios ahora.
Luego tuve cuatro horas
de orden.
La casa era una joya.
Lo dejará de ser
cuando me empiece a oxidar
otra vez con el buque.
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