El sable ensangrentado. Sesos en la calle, esparcidos... ¡Qué obra de Arte! ¡Qué hermoso es el corazón! Y tan pequeño que es... ¿tanto hace sufrir?
Me reflejo en el cemento, pero hay muchas luces encendidas. No sé cual es mi verdadera sombra.
¿Qué hice?
¿Dónde estoy?
De fondo suena fuerte la peor música ambiental. Lloran mujeres y cantan sirenas de autos chinos, que juran ser de calidad. Verde y Blanco.
No quiero irme con ellos.
Me fui con ellos, son viejos amigos. Veo chaquetas rojas en la 'tele' de mi suite presidencial. ¿Ahora son gratis los circos?
No siento nada, pongo cara de preocupado ante otro viejo conocido. Pedro Hurzpfield, juez. Me hago pasar por loco, lloro un poco y pido perdón. Bien.
Otro viejos amigos, el hospital. Ya he estado ahí y hoy vengo por lo mismo de siempre. Quizás ahora me encuentren la razón.
Solía leer a Jung y su memoria colectiva.
¿Soy yo entonces el culpable?
No.
10 años más, ¿qué más da? Cuando salga habrán nuevos autos, más gente infeliz y los mismos payasos al poder. ¿Es éso mejor que ésto?
Hoy morí. Nadie sufrió y yo fui feliz. Ideal.
Creí haber subido una escalera, ví gente a la que le cerré los ojos y ellos me empujan al lado contrario. No se preocupen. Allí pertenezco.
Soy inocente. ¿Víctima del sistema? ¿Qué sistema?
¡Qué sistema!
No me consuela y converso con Belsebú. Me dice estar en sus planes para suplantar a Alberto. Me presenta moscas y vuelo con ellas.
¡Volví!
¿Aquí pertencía acaso? Oh Dios mío... Oh diablos...
Un poco de sustos, un programa, una tabla para llamarme, sotanas como autoridad para devolverme... Rezan por mí...
Me siento mejor.
¿A dónde voy ahora? Todo negro o todo blanco. Naves como nubes, Nubes como naves... Aves como dioses y dioses como aves.
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