Futuras piedras se afilan,
al contar de lágrimas perdidas,
un faro malévolo las llama
a que se alisten
con fe en la desgracia.
No es que sea su desgracia,
es de aquellos que tuertos de autoestima
las abrazan sin ilusión
de ser retribuidos.
Ellas parecen estar felices,
no son macabras,
pero ese es su trabajo.
Un par de desahucios
sociales,
un mar de sangre inagotable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario