Los ángeles,
además de ser una ciudad,
ya no están por las calles.
Los de ahora están
más dopados que musculosos sin autoestima.
Se han leído sus biblias
más veces que un estudioso escéptico,
pero no se han logrado
crear siquiera una idea concreta.
Su naturaleza ya es de cemento.
Su costumbre es una burla.
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