Viajo, de frente las piedras,
al lado tu mano me suelta al caer.
No sé por qué estoy sangrando,
mi cara hecha trizas se envuelve en papel.
No hay que culpar las luces
cegadoras.
No hay que empezar.
Pierdo tu rastro un segundo,
me pierdo a mí mismo, no sé sonreír;
siento que solo un tiempo
me basta a mí mismo para percibir
que ya no basta con fingir
No es tiempo aún de ser feliz.
Miento aunque valga la pena,
no entiendo los libros que van a evaluar;
son elementos ajenos
que no he preparado para profanar.
Es tu culpa hoy día
que no esté presente en mi funeral,
si te pedí que te fueras
no era difícil ver que no era verdad
Pero ya quedé enterrado aquí,
fue la promesa que rompí.
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