miércoles, enero 05, 2011

Acople

La guitarra yace en su lecho de muerte,
luego de ser desconectada
de su respirador artificial, tras golpear
de frente la cara de Dios.

¿De dónde sacamos los acordes
que mataron todo esto que conocíamos?

Maldito sea aquél que nos interprete
en la lejanía de la prepotencia y la soledad
que nos acompaña desde que nacimos
al ciclo de la divina mortalidad
en este planeta extraño lleno de morbo.

¿De dónde sacamos los acordes
que mataron todo eso que conocimos?

No sé si es bueno o malo.
No sé si soy o no.
No sé si fui yo o no.

Pero a pesar de todo,
da satisfacción eliminar las plagas
que roían nuestra madera,
el tablón que guió nuestro naufragio
en días en que aún no comprábamos
boletos al concierto de la banda sonora
de nuestras desgracias compartidas.

¿De dónde sacaron esos acordes
que mataron todo lo que conocía?

Tal vez fue muy agudo el sonido
del tomo de la revista golpeando
las cabezas de los compañeros que erraban
los pasos en los días de cordura emocional.

Entre putas y cuadernos usados
y manos rotas por vidrios rotos
de algún licor que compramos
mientras vivíamos naufragados aún,
aunque no sé a quién mierda le compramos,
nos incendiamos en una habitación
sin puerta ni salida evidente,
más que la propia imaginación
embriagada del momento.

¿De dónde vienen los acordes
que rellenan la pieza de esta cosa abstracta?

No hay pentagramas,
no aprendimos a leer bien tampoco.

Nunca quisimos ser intelectuales
tocando en teatros, aunque a veces
fingía quererlo.

Y no hay más figuras que las mismas
mujeres que siempre imagino,
sin más resultados que seguir embriagado
en cosechas a pleno sol.
El televisor aún está encendido,
con pantalla estática en el canal
donde veíamos las noticias de nuestra defunción.

Fue una gran fiesta.

¿De dónde sacas esos acordes
que muestras para perjudicarme?

Era todo barato, nunca fui exitoso,
no tuve dinero ni amor ni nada.
Sólo un poco de intoxicación
serviría algunas veces para rellenar
los vacíos que dejabas cuando cerrabas la ventana,
y no podía respirar.

Seguro querías que cumpliera
antes la condena que me impuse.

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