la escama que soltaste en tu
torta nocturna,
explotada a modo de pretexto
en hechizos casi siempre mal
tirados, sigue haciendo efecto
a modo de diarrea
en muchos perros de la cuadra.
Un recuerdo que suele ser dulce,
demostraste ser no más que un invento
de una tiranía mal parida,
por las calles que hasta anoche gobernaba
la azúcar que solía sudar
tu sombra,
en cuatro lados, y una tenue,
a contraluz.
la escama que tampoco era sana
y mucho menos un trofeo,
casi como condecoración
de todo aquel que domaba la cima,
deportistas, otros no tanto,
fieles creyentes de las buenas costumbres,
otros no tanto,
seguidores de una luz sin túnel,
espejismos,
un relieve llano
con baches camuflados
con vómito real
por las calles que hasta anoche gobernaban
tus lentitudes a la hora de mostrar.
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