Camina por su avenida,
las zapatillas parecen arderle,
gastadas,
hablando de todo un año
indefinible
de sentimientos encontrados
(obvio, como todos los años)
pero este año terminó odiando.
Casi rasguñando los últimos días,
pidiendo piedad
a su clima,
a sus días.
Un reloj ahora ayuda a imaginar,
en la práctica se olvidó de leerlo,
qué más da.
La crudeza es más que normal,
no hay que ponerse emo,
reclamarle a la fifa,
gritarle a su 'creador'
en templos
de dudosa procedencia,
siempre con una cámara siguiendo,
siempre con una mano en el teclado,
es una víctima.
a la fifa.
Y tal vez así,
algún día la fifa
nos falle a favor.
Que las leyendas
se apiaden de nuestras almas.
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