Miraba el cielo,
no comprendía más de lo que sabía,
no querría sorprenderse más.
La eterna enormidad,
su pequeñez, su infinita ignorancia.
Nada más que nada más.
Lo obligaban a querer
algo que no conocía,
es cierto, es bendito
aquel que puede creer sin tocar,
significa que confía.
Dios los creó a todos
y les dijo que lo amaran,
claro, él no tenía
amor de madre.
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