Caminé, y sentí que una brisa nacía desde mí. Me sentí más vacío, liviano, tranquilo. Me miré hacia adentro y no me encontré. Alcé la vista y me vi fuera de mí.
En un desesperado y atemorizado acto-reflejo, grito:
-¡Vuelve! - con voz temblorosa y fusión de deseo, liberación y tristeza-.
Me vi sonriendo.
Me vi caminando más allá de una luz blanca, ya no me escuchaba.
Cerré los ojos.
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