le pedí un silencio sostenido
en alguna plataforma en la cual
confiaba plenamente (en su existencia),
y duró toda la vida
y nos acompañó hasta el día
donde todo murió,
íbamos de la mano
y había neblina,
mucha neblina;
como un cliché
¿te acuerdas?
Y toda la vida en realidad
era una expectativa bastante baja,
en realidad
porque nos sabíamos seres
por extinguirse.
Y claro que eso fue lo que pasó.
Nunca nos mentimos,
porque nunca mencionamos
siquiera nuestros nombres,
tampoco quisimos adivinarlos
ni había comodidad.
Después me pregunté
cuantas muertes seguidas llevaba
y cuántas veces abusamos
de lo mismo,
pero el silencio seguía
y ese pequeño quiebre
evaporó el agua bajo esa capa frágil
que la cubría,
cuando la palabra hizo huir
hasta ese último atisbo de animal salvaje
y es que en realidad nunca
quisimos mostrar lo mismo.
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