Vuela la cotorra,
el típico ruido de la playa, de la plaza, de la micro,
mete bulla,
pero impone ternura,
dan ganas de tener una en casa.
No puedo tener cosas en casa,
no es una casa, primero,
tampoco es mi casa,
de hecho no tengo casa,
ni sé si tengo hogar,
pero puedo llegar
a muchas partes de una vez.
Corren muchos perros,
por la chucha que hay perros,
tampoco puedo tenerlos.
En el puerto hay miles de gatos,
es como el nuevo Egipto,
sus esfinges te apuñalan,
pero igual te llaman a volver,
la más enferma de las relaciones.
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