Te diré que lo anhelé toda la vida,
trepando hasta allá arriba,
esa cúspide de labial
recién pintado.
Recién pintado.
Que cayó una expectativa
en cuanto me ensucié
con esa pintura,
y lo intenté ocultar.
Que cayó una expectativa.
Un movimiento me deja
esperando recogerla
o ahogarme con ella
y la tomo pero pesa,
pesa y entonces nunca supe nadar,
antes sí,
entonces no,
nunca supe nadar,
nunca supe medir lo que sabía y lo que no.
Y entonces se ahoga,
una expectativa se ahoga
y me ahogo con ella,
pero no soy mártir,
sólo no supe subir,
no pude, tampoco.
Me sé todos los comentarios
y sugerencias posteriores
(esas sí que me las sé)
y créeme,
te suplico que me creas
que ninguna de tus luminosas ideas
me sirven, no a mí.
Pero da lo mismo,
si yo sé que da lo mismo:
ese desgaste adicional
no trae un gran premio para ti.
Cada vez que el agua me expulsa
relleno esa piscina
con mi propia frustración.