martes, marzo 04, 2014

Temblor en la casa de cultura

Tembló todo el día,
nadie sabía que hacer,
el diario metía más miedo,
de un momento a otro
en Valparaíso todo parecía
estar a punto de caerse.

La gente debatía
entre quedarse en casa
o caminar todo el día sin rumbo
por miedo a morir atrapado
entre sus pertenencias.

El miedo terminó por
jugar a favor del encierro masivo.

En los cerros abundaban
las antenas digitales,
pero todos veían los canales nacionales.

De un momento a otro,
la torpeza, la farándula,
el machismo y el fatalismo
abordó aún más (si es que eso era posible)
en el ciudadano promedio.

Hubo una segunda dictadura,
los hijos no buscaban educarse,
los padres abandonaban el hogar,
los hospitales estaban abarrotados
sólo con gente con problemas estomacales.

Nacían más y más niños,
volvía a temblar,
la gente no aceptaba su suerte,
se llenaba de rezos,
hervía en esperanza,
pero nadie la aplicaba.

Entonces vino una ola gigante,
que nuevamente no previó el SHOA,
y mató a todos aquellos que la esperaron
dentro de templos y salas
con paredes livianas y delgadas.

No hubo moralejas ni enseñanzas,
sólo una historia más
para la televisión abierta
y la gente que vive encerrada
que perdió sus antenas satelitales

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