martes, enero 28, 2014

Riquelme

Trenes pasan a cada rato,
son más de las 12,
estamos ebrios;
las escaleras exclaman
con justa razón clemencia,
nuestros pasos son martillos
que caen libres, sin control,
asesinos de ideas.

Pobres hormigas.

Pobres arañas.

Trenes pasan toda la noche,
son casi las 2,
ya están a punto de abrir;
la botillería cerrada,
la clemencia sudada en alguna esquina
pasada a sexo
(antes estaba pasada a orina),
la dignidad que se evalúa
recién al otro día,
o al siguiente, o al siguiente.

Pobres viejitas.

Pobres evangelizadores.

Ya son las 6
y por aquí no pasan trenes,
hace 30 años quizás,
para qué hablar de la dictadura
si siempre hay un viejo culiao o una vieja culiá
que llora.

Esta es una calle rara,
ya no sé si estamos sin ropa
por el alcohol o porque nos asaltaron.

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